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viernes, 8 de abril de 2011

“La zona del miedo” es una de las pocas novelas ambientadas en Chiclayo


Portada de “La zona del miedo”
(Editorial tatuajes, 2011),
novela ambientada en Chiclayo.

Por: Nivardo Córdova Salinas
nivardo.cordova@gmail.com)
Fotos: Editorial Tatuajes


Una cuarta edición de “La zona del miedo” (Editorial Tatuajes, 2011), del novelista “limeño-chiclayano” Bruno Buendía Sialer, acaba de salir de la imprenta en Lima. Se trata de una de las pocas narraciones ambientadas en tierras lambayecanas  junto con “Puerto Cholo” de Mario Puga, “El daño” de Carlos Camino Calderón y “Rastros sangrantes” de Andrés Díaz Núñez. Conozcamos más sobre este autor que considera a Chiclayo como una ciudad esencial para comprender al Perú.

El escritor peruano Bruno Buendía Sialer (Miraflores, Lima, 1960), autor de la novela “La guerra muerta” ha dejado por un momento su exilio en la norteña ciudad de Chiclayo –a la que lo unen fuertes lazos familiares y existenciales- y se encuentra en Lima, difundiendo esta nueva edición corregida de “La zona del miedo”, relato breve que narra el periplo alucinado y desconcertante de un miraflorino, a pie,  desde el balneario de Pimentel hasta la Huaca Chotuna, donde la leyenda asegura que en tiempos míticos arribó el dios Naymlap desde mares ignotos para fundar el reino de Lambayeque.

“La inexistencia” (Editorial Perla Perú, 1990),
primera novela publicada por Bruno Buendía.
Buendía nos ha citado en la Catedral de Lima para la entrevista. Ingresamos al damero de Pizarro por el jirón Huallaga y a lo lejos divisamos al escritor con un polo negro y “blue jeans”, sentado de espaldas frente al templo. Tras un café en el Portal de Botoneros, decidimos caminar con rumbo a la Iglesia de San Francisco, con cientos de turistas caminando entre las palomas.
“Yo también soy un personaje miraflorino que un día llegó a Chiclayo y se encontró con muchos templos prehispánicos. Chiclayo es una ciudad enclavada sobre un tesoro: donde escarbas descubres una huaca”, expresa.
No le falta razón: tras el retorno esplendoroso de los señores de Sipán, Sicán y Úcupe, una misión arqueológica está excavando ahora en la Huaca Chotuna, y ha encontrado decoración mural policromada y varios “tumis” de cobre dorado. Con estos cuchillos ceremoniales se presume que practicaban ceremonias de sacrificios humanos, tal como se aprecia en la iconografía.
Pero Bruce, el personaje de “La zona del miedo” (novela cuya primera edición se realizó en el año 2000) se pierde en medio de la neblina, tras haber sido intervenido por un policía borracho y después de un encuentro muy extraño y casual con una mujer de la noche.
En efecto, Bruno Buendía es un alter ego de Bruce, y como él, anda buscando algo que todavía no encuentra. Antes de venir a Lima desde el norte, el novelista viajó hasta el Cuzco, siempre pensando en el país. De todas formas, considera que, tal como en Chiclayo, en Cusco tampoco saben qué hacer para entrar en la modernidad.
“No sé qué diablos pretendían lograr cuando buscaban firmas para nombrar a Machu Picchu como nueva maravilla del mundo, cuando en realidad los cusqueños lo que deben pedir que haya un aeropuerto internacional, que se quede allá el gas de Camisea y que la Universidad de Yale devuelva todo lo que Hiram Bingham se llevó de Machu Picchu”, afirma.
Durante el dialogo, ahora ya caminando sobre la Plaza Mayor, observamos a un grupo de mujeres danzantes de “saya boliviana”, ataviadas con leves minifaldas de color marrón y bordados dorados, caminando entre toldos de lona y puestos de artesanía.
“Creo que están burdeleando a Lima, inventando una Lima de maqueta que no existe. Es cierto que el Perú es andino, pero ¿La saya boliviana acaso es limeña?”, sentencia con voz grave.
Volvemos a la entrevista. “¿La reedición de La zona del miedo es una suerte de obsesión personal?”, le preguntamos.
-Es posible. Zonas del miedo las tenemos todos. Tenemos miedo hasta de nosotros mismos, a veces más que de la propia vida. Creo que mi novela “La zona...” puede tener una segunda parte. En esa segunda parte, el personaje tendría que ser un extravagante que trata de buscar una cátedra de arqueología para Lambayeque...”, dice riéndose, refiriéndose al hecho de que a pesar de todos los vestigios prehispánicos que existen en esa región, los arqueólogos chiclayanos que las estudian se forman académicamente sólo en Trujillo o Lima.
“Chiclayo es la arteria aorta del país. El día en que hagan un paro regional, en Lima dejarían de comer el treinta por ciento de la población”, asegura, como proyectándose a la marcha de sacrificio que alistan los trabajadores azucareros de Pomalca, Tumán y Cayaltí.
Bruno Buendía Sialer, novelista
limeño de raíces chiclayanas.
Buendía está convencido que hay dos literaturas peruanas en la actualidad. Una que mira obstinadamente hacia fuera, que quiera ser exitosa a toda costa, y que está anclada en la universidad, y otra literatura que se hace fuera de este ámbito, con otras pretensiones.
“Creo que la universidad es importante, pero no se necesita ir a la universidad para escribir un libro. No es determinante. Cervantes o Kerouac no necesitaron ir a la universidad para aprender cómo se hace una novela. Pero en este país tenemos esa herencia del doctorismo español”, afirma.
Recuerda que, siendo niño, su madre le obsequió un ejemplar de El Quijote. El pequeño Bruno, emocionado, mostró el obsequió a su padre, Felipe Buendía del Coral, quien fue poeta, pintor, músico, actor de cine y periodista, y que en la década del cincuenta tuvo una permanente actividad en la vida cultural de Lima, muy conocido por su cuento fantástico “El baúl”.
Don Felipe Buendía –al igual que amigo el pintor Sérvulo Gutiérrez- transitó por estos predios convencido de que sólo la creación artística justificaría su existencia.
“Yo le dije a mi padre que con ese libro iría a la universidad a ser escritor. Y él me dijo: no es necesario. Me quedé con estas palabras, así que he vivido todos estos años tratando de superar a mi padre”, expresa. A modo de homenaje “in memoriam” planea reeditar la obra completa de su papá, incluyendo su obra cuentística y “La canción de Lima” con el ingenioso título de “Amilima”.
Antes de despedirnos, recuerda a su madre: doña Perla Sialer, dama chiclayana, quien es una de sus lectoras “críticas”. Bruno comenta sobre el proyecto de hacer una versión cinematográfica de “La zona del miedo”. “Estoy esperando un realizador independiente y un guionista que puedan llevar a la pantalla la pequeña odisea de Bruce”, dice.
Una pregunta infaltable: “¿Cómo ves la cultura peruana actual?”
- “El problema es que no hay nadie que piense el Perú. Hasta ahora no ha aparecido un intelectual que pueda superar a Mariátegui”.
Luego nos despedimos y Bruno Buendía se pierde con dirección desconocida por las calles de Lima.

"LA ZONA DEL MIEDO": APROXIMACIONES CRÍTICAS
"La zona del miedo trae un fresco aporte a la narrativa existencialista en el Perú.  Si tiene un antecedente en la literatura nacional ha de ser el poema `Va corriendo, va andando...´ de César Vallejo, que representa la vida como una pesadilla en la que el hombre vive huyendo por un mal que lo acosa por todos lados.
La existencia del protagonista sigue una rutina obsesivamente planificada y ordenada, pero en momentos de descuido incursiona en terrenos desconocidos donde queda presa de un terror inexplicable al sentirse perseguido por una fuerza siniestra.
La atmósfera de misterio que envuelve la novela permite lecturas alternativas, porque si bien el protagonista está convencido que está confrontando una realidad elemental ubicada al margen de la vida normal, la larga descripción de sus obsesiones personales sugiere que igualmente podrá ser una exteriorización de sus propios complejos" (James Higgins, Universidad de Liverpool, Inglaterra).

"El vallejista británico james Higgins encuentra que la novela de Bruno Buendía Sialer tiene como un antecedente en la literatura peruana `Va corriendo..." suscrito por Vallejo en París el 18 de septiembre de 1937, transcurridos 14 meses del inicio de la guerra civil, poema marcadamente existencial.
La novela de Buendía, que ordena luz a las lóbregas oscuridades, salió de la imprenta ¿por coincidencia? a mediados del tormentoso noviembre de 2000, pero fue escrita un par de años antes, de manera que está de algún modo ligada a hitos singulares del mismo.
La novela transcurre en Miraflores, Chiclayo y la playa de Pimentel, espacios geográficos que con la pátina que el autor le imprime, sirven para ser visible, objetivándolo, el universo interior y las torturantes obsesiones de Bruce. Buendía Sialer logra una numerosa expresión de los pasajes y de las cosas en objetos domésticos que lo rodean o lo aplastan, crinografía que en el fondo es la manifestación de sí mismo, de su alienación en un mundo cuyo sistema oprime la esencia de lo humano, entre desiertos y alambradas de terror y muerte. La zona del miedo como novela pertenece al ámbito de la narrativa existencial con antecedente peruano ya señalado por Higgins, aunque se reconocería en las obras de Sartre o Camus, a no ser porque en los espacios de la novela de Buendía Sialer la soledad es más profunda y aguda. Apenas hay un eventual interlocutor, el hombre que cada amanecer deja la bolsa de pan en el umbral de la vivienda de Bruce. No en vano Julia Kristeva registró hace pocos años que el mundo actual es una aglomeración de soledades. Auténtica y conmovedora, La zona del miedo termina envolviéndonos en su inquietante atmósfera, porque Bruce al transferirnos sus estremecedoras vivencias, en muchos modos, expresa al hombre contemporáneo en general" (Manuel Miguel de Priego, diario "El peruano", Perú).

1 comentario:

  1. me encanto buen trabajo acabo de comprar la obra en una tienda de lima no me costo mucho porque es ya usado tenia miedo de haberme equivocado al comprarlo pero ahora me doy cuenta que elegí bien

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