Buscar este blog

lunes, 26 de septiembre de 2011

Un museo sin Pedro Azabache (*)

Por Nivardo Córdova Salinas

La reciente inauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Trujillo –cuyo promotor es el famoso pintor trujillano Gerardo Chávez-  actualiza el debate sobre el valor del indigenismo peruano como corriente artística, así como la discusión sobre lo antiguo y lo moderno en el arte, los criterios de selección museográfica y la concepción misma de contemporaneidad y vanguardia estética.
Este Museo -inaugurado el 30 de noviembre del año 2006-teniendo como base la colección personal de su gestor- a nuestro humilde parecer adolece de un gran vacío: no exhibe obras de los dos pintores vivos más representativos de La Libertad: Pedro Azabache (Moche) y Eladio Ruiz Cerna (Santiago de Chuco),  a quienes mencionamos en orden alfabético por ser ambos artistas expresiones genuinas de un alto valor cultural.
Respetamos totalmente el criterio de los organizadores y curadores del museo, pero queremos exponer nuestras discrepancias de forma alturada. No olvidemos que tanto Azabache como Ruiz son portadores directos del legado pictórico del cajabambino José Sabogal (1888-1956), fundador del “indigenismo”, término desdeñoso con el que la crítica oficial bautizó en las primeras décadas del siglo pasado a este estilo inspirado en temas peruanos o peruanistas, extraídos del paisaje, hombres y mujeres de esta tierra.
El pintor Gerardo Chávez, fundador del museo, comentó en la conferencia de prensa previa a la inauguración que este es“un sueño acariciado por más de veinte años”, desde la época en que fue parte del comité promotor de las tres ediciones de la Bienal de Trujillo, un certamen que puso a esta ciudad en los ojos del mundo.
Ante la insistente pregunta de un sector de la prensa respecto a la ausencia en este museo de óleos de Azabache –pintor octogenario que radica en la campiña de Moche alejado del mundanal ruido- Chávez dijo que decidió no incluir sus obras dentro de la colección permanente, porque no se ajustan al concepto de arte contemporáneo. Sin embargo, y a manera de enmienda, aseguró que pronto organizarán una gran retrospectiva del maestro mochero.
“No quiero dejar de mencionar al gran maestro Pedro Azabache, ¡cómo olvidarlo!, pero por el momento hemos decidido enfocar nuestra atención sólo al arte contemporáneo y la vanguardia plástica del siglo veinte. Por supuesto que pronto vamos a realizar una gran exposición retrospectiva de Azabache”, comentó.
Al escuchar esto, varios casi nos desplomamos y seguimos pensando que existe un pequeño gran vacío en el Museo de Arte Contemporáneo, al no haberse considerado al menos un cuadro de Pedro Azabache o de Eladio Ruiz, no sólo como homenaje en vida a sus respectivas trayectorias, sino porque el arte peruano del siglo veinte tiene en el indigenismo una de sus luces más fulgurantes, aún frente a la presencia de las corrientes vanguardistas y conceptualistas imperantes.
Entonces, la pregunta de cajón es: ¿El indigenismo es o no es una expresión del arte contemporáneo? ¿El indigenismo es una “cosa” del pasado? ¿La pintura de Pedro Azabache carece de atributos estéticos? ¿Es mejor un cuadro de Paul Klee que un paisaje de Eladio Ruiz? y sobre todo ¿Qué es arte contemporáneo? Y siguen las preguntas.
Felicitamos a don Gerardo Chávez el esfuerzo por concretar este anhelo. Y es de ponderar su decisión de  incluir a tres célebres pintores trujillanos: Macedonio de La Torre –quien integró el Grupo Norte con César Vallejo y otros de intelectuales-; Alberto Dávila, quien a juicio de Chávez es “un artista injustamente olvidado”, y además a su hermano mayor el pintor Ángel Chávez. Precisamente, una de las salas más emblemáticas es la que está dedicada a el fallecido pintor Ángel Chávez, a quien calificó como “un precursor de la pintura moderna, un verdadero maestro y un extraordinario artista”. Se exhiben obras fechadas en los años setenta, considerado el período más creativo de Ángel Chávez.
Para Gerardo Chávez estos son los tres pintores trujillanos más decisivos en la plástica peruana moderna, aunque remarcó que no se ha olvidado del pintor mochero Pedro Azabache. Sería imposible, porque el maestro muchik tiene su taller en el corazón de la campiña de Moche.
Más allá de estas digresiones, “su” museo es espectacular. Hay una sala dedicada a los maestros latinoamericanos del arte moderno que han tenido gran influencia en la plástica actual, como el mexicano David Siqueiros, el uruguayo Torres-García, María Luisa Pacheco, el cubano Wilfredo Lam, y el chileno Roberto Sebastián Matta, a quien Gerardo Chávez guarda una gratitud especial, porque fue su mentor y guía cuando recién arribó a la ciudad de París.
Asimismo se aprecian cuadros y esculturas de artistas universales como el lienzo “Amanecer cerrado” (1919) del pintor Paul Klee, y el escultor Giacometti. Entre las escultoras peruanas están la fallecida Marina Núñez del Prado, la vanguardista Johanna Hamann y el pintor José Tola.
Reveló que esperan la llegada de obras del ecuatoriano Guayasamín, y los peruanos Carlos Revilla, Quispez Asín  y Tilsa Tsuchiya, “una extraordinaria pintora, con quien varias veces viajamos a Europa, pero de quien nunca adquirí un cuadro, talvez por algo de envidia, esas cosas que a uno le salen de joven”, dijo Chávez. Ojalá que se pueda considerar obras de un compañero de promoción de Tilsa en la Escuela Nacional de Bellas Artes, nos referimos al artista cataquense Félix Rebolledo Herrera, uno de los más grandes grabadistas del Perú. Pero esta es sólo una opinión.
Respecto al proyecto de gestación de este museo, Chávez señaló que no creyó conveniente solicitar auspicios de ningún tipo, y que la construcción ha sido financiada de modo personal. De verdad,  felicitamos este empeño y desprendimiento.“Hemos tenido que ir comprando de a pocos el cemento, los ladrillos, el vidrio y todos los materiales. Hemos hecho todo a pulso. Este museo nace con la preocupación de dejar un modesto aporte para Trujillo, donde no sólo se aprecien obras de arte, sino también un espacio de reflexión y debate cultural”, afirmó Gerardo Chávez, quien hace algunos años también fundó el Museo del Juguete y el Espacio Cultural Angelmira, en el centro histórico de esta ciudad.
En fin, toda antología pictórica también es una “antojología” y tiene el riesgo de la arbitrariedad, pues -como en el periodismo- la subjetividad es siempre un factor decisivo. En este caso, es legítimo el derecho de los promotores del Museo de Arte Contemporáneo de Trujillo de colocar las obras que consideren más representativas de la contemporaneidad. En esa línea, en el museo existe una sala dedicada exclusivamente a la obra de Gerardo Chávez, con una docena de cuadros en gran formato, entre los que destaca “La procesión de la papa”, donde el autor utilizó pigmentos vegetales y arcilla sobre yute. Sería mezquino obviar la calidad artística de Gerardo Chávez:  sus obras hablan por sí mismas.
En todo caso, lo que en este artículo queremos destacar es la tendencia a considerar que no es vanguardista abordar el Perú, aunque sea desde el indigenismo, o  pensar que esto es anacrónico. ¿Qué hubiera dicho la artista peruana Elena Izcue, que a principios del siglo veinte trabajó en base al arte e iconografía prehispánicos? Otro tema para el debate.
Aunque sin cuadros de los pintores indigenistas vivos más representativos de Trujillo, el Museo de Arte Contemporáneo de Trujillo aspira a convertirse en un muestrario permanente de las obras vanguardistas más representativas de los artistas plásticos del Perú y del mundo. Esperemos que así sea.

(*) Este artículo de opinión fue publicado en el diario La Industria de Trujillo en 2007 y en el portal
Noticias Trujillo en Internet en abril de ese mismo año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario