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viernes, 12 de junio de 2015

Réquiem por un ángel

JORGE VÁSCONES CASTILLO, IN MEMORIAM

Por: Nivardo Córdova Salinas / nivardo.cordova@gmail.com
(Esta crónica  la escribí en 2008, a un mes de su fallecimiento. Y hoy, 12 de junio, cuando se cumplen siete años de su partida, la reedito y publico en memoria de uno de los amigos más leales que he conocido en mi vida, amoroso padre de familia, excelente artista y maestro de maestros...)

Jorge Váscones Castillo, músico y hombre de bien.
(Foto: Archivo de Elena Váscones Muñoz)

 Hay hombres que luchan un día, y son buenos.
Otros que luchan un año, y son mejores.
Hay quienes luchan toda la vida. Aquellos son los imprescindibles
Bertold Brecht

Mi primer amor fue la música
Mi segundo amor fue el amor a la música
Mi tercer amor fue triste y feliz
Luis Hernández. Vox Horrisona

La noticia de la muerte del gran músico trujillano Jorge Váscones Castillo, el pasado 12 de junio de 2008, no fue la nota final de su vida. El contrapunto de esta melodía sigue siendo su legado cultural y una vida dedicada a la música, tanto a difundirla como a formar nuevas generaciones, incluyendo a sus hijos, hoy artistas de gran performance.

El ímpetu con el que Jorge Váscones Castillo vivió su pasión musical, sin aspavientos ni estridencias, nos deja una gran lección: el ejemplo de su vida artística, su amor de padre de familia y haber formado cuatro hijos, también músicos como él. Prueba de su valentía es que en noviembre de 2007, pese a su dolorosa enfermedad, se presentó en un concierto en el Teatrín del Instituto Nacional de Cultura y estuvo como siempre: impecable. Pero más allá de la tristeza que nos deja su partida hacia la eternidad, surge una fuerza vital a partir de la obra que realizó Váscones y que engrandece además a Trujillo, su tierra natal.

SEMILLA MUSICAL
Trujillo ha sido desde siempre un faro cultural. Este fue el ambiente nutricio de Jorge Váscones, cuya biografía aún está pendiente de escribirse. Estudió en el Conservatorio de Música de Trujillo, graduándose de profesor. Luego emigró a la ciudad de Guayaquil, en Ecuador, donde fue maestro del Conservatorio Nacional "Antonio Neumane" de Guayas. También integró la Orquesta Sinfónica de Guayaquil durante varios años hasta que regresó definitivamente al Perú. Su presencia en la Orquesta Sinfónica de Trujillo y luego como docente de la especialidad en la Escuela Regional de Música “Carlos Valderrama” de Trujillo, han dejado huella.
La Sra. Elena Muñoz, viuda del artista (al centro), con sus hijas Elena y Doris,
quienes también siguieron la carrera musical como su padre, JorgeVáscones.
(Foto: Familia Váscones)
Además fue pionero en la difusión de la enseñanza musical de los niños y jóvenes. Fundó la Orquesta de Cámara “Antonio Vivaldi”, semillero de grandes valores. Asimismo con sus pequeños hijos formó el Cuarteto Truxillo: Jorge Ibsen, Luis, Doris y Elena Váscones Muñoz, todos ellos músicos que hoy destacan con luz propia.
Jorge Ibsen lo recuerda así: “Por él cada uno de sus hijos estamos cumpliendo con muchas de nuestras metas trazadas. Para mí es alguien que aún está presente en mi hogar, mi trabajo, mis estudios y en mi vida diaria. Trato de seguir sus pasos e imitar sus cualidades, esperando que yo pueda devolver de alguna manera todo lo que él ha hecho por mí”.
Por su parte, Luis Váscones Muñoz se expresa de esta manera: “Fue, es y será mi amigo, mi maestro y mi padre. Es mi inspiración, mi consuelo. Siempre fue muy amoroso, muy dedicado a su familia y a la música, que era su pasión. Aunque frecuentemente yo era quien le sacaba ´canas verdes´, fue muy amiguero y muy querido por todos, muy solidario, sincero y reconocía sur errores, se sentía orgulloso de los proyectos realizados y nada lo amilanaba para seguir haciendo lo que quería: su música.”. Ambos, Jorge Ibsen y Luis también integran la Orquesta Sinfónica de Trujillo.
Sus hijas, Elena y Doris, también son violinistas e integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional, entre otras agrupaciones de música de cámara. El dolor que las embargaba al momento de esta entrevista se dejaba sentir en sus palabras: “Estaba sufriendo demasiado, pero ahora descansa en paz. Para nosotros vivirá siempre”.

TESTIMONIO DE VIDA
“En los grupos de música que fundó él era director, profesor, maestro de ceremonias, archivista, el que cargaba los atriles... Ciertamente creo que su trabajo entregado a la niñez y juventud trujillana será muy difícil de superar. Hay que destacar que el apoyo de la señora Elena, su esposa, fue decisivo”, afirma Áurea Rodríguez Ulloa, ex integrante de la Orquesta Sinfónica de Trujillo y ahora conocida promotora cultural.
Ella recuerda que en 1974 la Orquesta Sinfónica de Trujillo fue disuelta por la dictadura militar y el regidor de la Municipalidad, Benjamín Gayoso Gervasi, consiguió una partida para formar la Orquesta de Cámara Municipal de Trujillo. “Algunas personas y yo tomábamos clases de inglés con la señora Valery Belsey y ella me preguntó a qué me dedicaba. Al contarle que ensayaba como violinista en la Orquesta de Cámara me dijo que ella también tocaba la viola, pero que no tenía viola. Le dije que no se preocupara que nosotros se la conseguiríamos. El músico Ruperto Alva Castillo se acordó de que su primo tocaba la viola. Le dijimos que lo invitara a la orquesta y entonces llegó Jorge Váscones. A partir de entonces, la señora Belsey se convirtió en su maestra y desde entonces estudió mucho. Su perseverancia le valió luego ser solista de la orquesta. Recuerdo que en la obra del maestro Armando Guevara Ochoa “La Peruanita” hay un solo de viola, al principio se le enredaban los dedos ,porque es difícil, pero la llegó a interpretar muy bien.”, afirma.
Por su parte, Samanta Sigüeñas, profesora de violoncello en el Colegio La Planicie de Lima e integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional del Perú fue también su alumna. “Al igual que yo, sus hijas Doris y Elena y varios de sus alumnos trujillanos somos integrantes de la OSN. Gracias a Dios y al profesor Jorge por habernos transmitido no sólo conocimientos musicales, sino también enseñanzas de vida”, afirma.
Hermosas palabras que reflejan el amor que don Jorge sembró a lo largo de su existencia. Doña Elena Muñoz, su viuda, lo sintetiza de manera breve pero intensa: “Un hombre maravilloso”. 

Jorge Váscones Castillo: vivió por un ideal y lo consiguió...
(Foto: Archivo de Elena Váscones Muñoz)



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